TÉCNICAS DE ANÁLISIS HEMATOLÓGICO

 ¡Buenos días a tod@s!

En esta entrada me gustaría hablar un poco de Hematología y, más concretamente, de lo que son los frotis o extensiones sanguíneas.

Si eres estudiante de Laboratorio Clínico ya sabrás que la Hematología es la rama de la medicina que se encarga del estudio de la sangre. Se analiza tanto su composición química y celular, como el estado de estas células. 

Si existe alguna alteración en el número o forma de las células sanguíneas habrá que seguir investigando para confirmar o descartar el diagnóstico de una patología. 

Tras realizar el recuento de las células en un contador hematológico (¡recuerda! el tubo idóneo para la obtención del hemograma completo es el de tapa morada, que lleva EDTA como anticoagulante) podemos realizar extensiones de sangre para confirmar los datos obtenidos. En condiciones normales, a menos que lo indique el hematólogo, sólo se realizarán extensiones cuando hallemos una alteración en los datos proporcionados por el contador automático. 

Para realizar una extensión o frotis necesitamos los siguientes materiales:

  • Sangre anticoagulada con EDTA. Si bien es cierto que pueden utilizarse otros anticoagulantes (como el citrato), el EDTA es el de preferencia por conservar la morfología de las células durante más tiempo.
  • Dos portaobjetos: uno de ellos será el "extensor", es decir, el que utilicemos para deslizar la sangre sobre el otro.
  • Pipeta Pasteur o micropipeta. Se considera que el volumen idóneo de sangre para realizar un buen frotis oscila entre los 5-7 microlitros. En función de las habilidades manuales del técnico se podrá utilizar una pipeta Pasteur (el volumen será "a ojo") o una micropipeta, que será más exacta.
  • Algodón y alcohol para limpiar y desgrasar los portaobjetos.

El procedimiento es muy sencillo, aunque requiere MUCHÍSIMA práctica para conseguir una extensión válida para estudio:
  1. Preparamos el material.
  2. Limpiamos ambos portaobjetos para asegurarnos de que no contienen motas de polvo o grasa de nuestros dedos.
  3. Cogemos el volumen adecuado de sangre anticoagulada.
  4. Colocamos la gota de sangre en uno de los extremos de uno de los portas.
  5. Con el otro, en un ángulo de aproximadamente 45º, extendemos la gota de sangre de manera rápida y firme. 

En esta imagen podemos ver dos frotis. 

El primero de ellos, en la izquierda, sería válido. El segundo, aunque no está mal del todo, debería descartarse. Esto se debe a las irregularidades que presenta la extensión en la zona central, donde hay regiones con más cantidad de sangre que otras. Esto es debido a la aplicación de demasiada fuerza. 


¿En qué partes se divide una extensión de sangre?

Idealmente, en una extensión de sangre debemos ser capaces de distinguir 3 zonas, aunque en algunas bibliografías se habla de hasta 4 zonas:
  1. Cabeza: es la zona inicial del frotis. Es la más cercana a la gota de sangre. Se caracteriza por tener mayor grosor y,  por este motivo, las células sanguíneas (sobre todo hematíes, pues son los más abundantes) se disponen unas sobre otras, apelonotadas. No están en monocapa. Predominan células pequeñas, como los linfocitos. 
  2. Cuerpo: es la zona intermedia del frotis y la ideal para el estudio del mismo. Las células se diponen en monocapa, con una separación adecuada para ser contadas sin problemas. Tiene un grosor intermedio.
  3. Cola: es la zona final del frotis, debe tener una forma redondeada. Se carazteriza por ser de menor grosor, haber menos celularidad y predominio de células grandes, como monocitos y neutrófilos.
La cuarta zona que se menciona en algunos libros o webs son los bordes. Los bordes no son más que la prologanción de la cola y, de forma general, comparten las mismas características. 

Derechos de imagen cedidos al autor.





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